24 enero, 2025

¡𝗗ᴏɴ 𝗕ᴏ𝘀ᴄᴏ ᴇ𝘀ᴛᴀ́ ʟᴏᴄᴏ! - Centro Cultural Don Bosco

¡𝗗ᴏɴ 𝗕ᴏ𝘀ᴄᴏ ᴇ𝘀ᴛᴀ́ ʟᴏᴄᴏ!
Don Bosco comenzó a contar sobre sus sueños. Hablaba de un oratorio vasto y espacioso, de iglesias, casas, escuelas, talleres, muchachos por millares, sacerdotes a su total disposición. En realidad no había más que un prado pelado. Era natural que la gente corriente dijera: "Se ha encaprichado tanto con los jóvenes que le ha dado vuelta la cabeza!".
Don Borel, el colaborador y amigo fraterno, trataba de impedir que Don Bosco contara sus sueños. Un día, en su habitación, tras un vano intento de "hacerle entrar en razón", Don Borel rompió a llorar. Salió diciendo: "Mi pobre Don Bosco, se ha ido de verdad".
Estaba definitivamente loco, loco como una cabra. Los canónigos no lo dudaban. Era necesario actuar de inmediato. Para no despertar su desconfianza, se llamó a actuar a dos párrocos, personas igualmente dignas, ante las que el modesto cura Don Bosco los vio venir de lejos. Don Bosco ha comprendido. Responde a sus preguntas. No suaviza nada sobre la amplitud de sus proyectos o sus certezas. El tono no engaña. Es pura exaltación. El pobre cura es un megalómano. Hay que actuar sin demora. Se vuelven más amables.
¿Le gustaría.... dar una vueltecita por la ciudad en nuestro carruaje?".
"¿Carruaje? Piensa Don Bosco, ¡qué honor!". Tiene buen olfato y responde: "Con mucho gusto".
Llegan al carruaje. Amablemente: "Suba, Don Bosco".
"¿Primero?... ¡Nunca, nunca! Le debo mi respeto. Suba usted primero". Insisten, aunque de forma elegante y graciosa. Los dos párrocos, de mala gana, se deciden.
Son los primeros en subir al carruaje e inmediatamente Don Bosco da un sonoro portazo y grita al cochero: "¡Ahora sí, al galope!”
El cochero partió a todo galope. Llegan a un asilo que se abre de par en par. Las enfermeras se lanzan sobre los dos párrocos. Les han anunciado la llegada de un enfermo. Son dos, dos locos delirantes, que gesticulan y piden ayuda. Por suerte para ellos, el capellán se precipita y aclara el malentendido. Los dos párrocos son liberados. Justo a tiempo.
El suceso causó sensación inmediatamente. Todo el pueblo se rió de ello. "Como loco, se dijo, es muy ingenioso". Y era cierto. A partir de entonces, incluso los párrocos de Turín, un poco tarde sin duda, le abandonaron a su locura. Don Bosco cultivó esa locura. Y la transformó en santidad.

(Fioretti di Don Bosco, de don Bruno Ferrero sdb)

𝑪𝑬𝑵𝑻𝑹𝑶 𝑪𝑼𝑳𝑻𝑼𝑹𝑨𝑳 𝑫𝑶𝑵 𝑩𝑶𝑺𝑪𝑶
𝑴𝒂́𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒓𝒗𝒊𝒄𝒊𝒐, 𝒖𝒏𝒂 𝑭𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂

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